Minerales y rocas

AMIANTO


El nombre de este mineral, que deriva del griego y significa “incorruptible”, hace referencia a su propiedad más importante, su notable resistencia al fuego. Se denominó también “asbesto”, palabra griega de etimología afín a la precedente, y presenta dos variedades, el amianto de serpentina y el amianto de anfíbol. Ambas variedades se caracterizan por presentarse en fibras filamentosas, blandas y flexibles. Las fibras más largas pueden ser hiladas para obtener tejidos anticombustibles.
Junto a otros productos, al amianto se usaba sobre todo como aislante térmico, acústico y eléctrico en la preparación de discos de fricción y material para la construcción. Por desgracia ha resultado nocivo para la salud humana, pues al inhalar de forma continuada polvo constituido por sus finísimas fibras, el aparato respiratorio puede ser afectado por cáncer. Por tanto la manipulación y dispersión en el ambiente de este mineral ha sido prohibida.
El amianto de serpentina más utilizado está formado por dos especies mineralógicas, el clinocrisotilo (monoclínico) y el ortocrisotilo (rómbico), que pertenecen a la clase de los silicatos, subclase de los inosilicatos. También está formado por crocidolita, una variedad monoclínica de riebeckita que se denomina también “amianto azul”, debido a su color, o “amianto del Cabo”, debido a que procede a de la famosa provincia sudafricana. El amianto se forma además por amosita, considerada como una variedad de granerita (monoclínica) o de ferrogedrita (rómbica), y también por antofilita, un mineral de típica simetría rómbica.
Por lo que respecta a la composición química, el amianto de serpentina está formado por silicio, oxígeno, grupos hidróxilos y magnesio. El amianto de anfíbol, la amosita y la antofilita contienen también hierro, además de los elementos citados con anterioridad. La crocidolita contiene también sodio.
Las propiedades de los dos amiantos varían ligeramente. El de serpentina es más resistente al fuego y el de anfíbol funde con mayor facilidad y es menos atacable por los ácidos. El aspecto fibroso de estos minerales es un indicio válido para su reconocimiento, sin embargo, es muy difícil distinguir los dos tipo entre sí, a menos que se conozca la procedencia exacta de los ejemplares y de la roca madre.
El color en ambos tipos de amianto varía del blanco al grisáceo, hasta el verdoso, en ocasiones con tonos amarillo marrones. La crocidolita es una excepción y es claramente azul. El brillo predominante es sedoso.
En cambio, el amianto de serpentina es más duro y más ligero que los correspondientes productos anfibólicos.
El amianto de serpentina deriva del metamorfismo de algunas rocas ultrabásicas, sobre todo las originadas en un ambiente rico en agua. Por tanto, se encuentra en serpentinas donde rellena con sus fibras, en ocasiones de más de un metro de largo, las amplias fisuras de la roca.
En otras ocasiones, sin embargo, este amianto está íntimamente mezclado con rocas serpentinosas. En estos casos presenta unas fibras cortas que deben ser separadas de forma mecánica de la matriz mediante fracturación.
Importantes yacimientos explotables de amianto se hallan en Canadá (Black Lake y Asbestos, en Québec), Rusia, (Uralabest, cerca de Sverdlovsk), República Sudafricana (Barberton), Estados Unidos (Vermont y California) y también Chipre (Montes Troodos).
Las principales producciones de amianto de anfíbol son las que se obtienen de yacimientos relacionados con las rocas ferríferas que se encuetran en la provincia de Transvaal (República Sudafricana) y cerca de los Montes Hamersley (Australia occidental).
En la antigüedad, el amianto era un importante mineral industrial. Entre sus aplicaciones más frecuentes se encuentran la preparación de tejidos incombustibles, guantes, cubiertas y, más en general, la preparación de materiales aislantes del calor, la electricidad y los sonidos. En construcción se empleaba para realizar tubos, placas, cubiertas, etc. También se ha utilizado en la producción de discos de fricción y en la industria del papel.

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