MALAQUITA
La malaquita, aparte de se el mineral secundario de cobre más común, es sin duda uno de los más importantes materiales ornamentales. Basta recordar las espléndidas columnas de la iglesia de San Isaac, en San Petersburgo, o las que pertenecieron al templo efesino de Diana y que en la actualidad se encuentran en la iglesia bizantina de Santa Sofía, en Estambul. En 1835, cerca de Nizni Tagle, en los Urales septentrionales, se encontró un bloque de malaquita de un peso estimado entre 25 y 30 toneladas, utilizado posteriormente por los lapidarios del zar. Descubierto en numerosos yacimientos arqueológicos asiáticos y europeos, en forma de fragmentos pulidos y perforados, de hace unos 8.000 años. Su nombre deriva del término griego molochitis, que significa “del color de la malva” en referencia a su intensa coloración verde.
La malaquita es un carbonato hidratado de cobre que cristaliza en el sistema monoclínico; rara vez se encuentra en cristlales bien formados, en penachos con brillo vítreo que dan lugar a agregados microcristalinos concrecionados, en ocasiones estalagmíticos; estos agregados suelen presentar una estructura en bandas con disposición fibrosa radiada, zonada o concéntrica, en masas de espesores variables desde pocos milímetros hasta algunos decímetros.
El color está configurado por bandas verde intenso o verde amarillento que se alternan con zonas azules que corresponden a porciones de azurita, mineral que a veces aparece en concrecimientos de malaquita o sobre la cual puede formar pseudomorfosis. Puede ser pseudomorfo de otros minerales de cobre, como cuprita, atacamita o brocantita.
El brillo del agregado puede variar del vítreo céreo al sedoso en las variedades fibrosas, en las que se pueden observar a simple vista las fibras individuales. No muy dura, frágil, con ruptura en bloques, reacciona con fuerte efervescencia al ser atacada con ácido clorhídrico.
El cobre, presente en cantidades cercanas al 70 % en forma de óxidos, colorea la llama de verde. En sección delgada, al microscopio, los pequeños cristales aparecen intensamente pleocroicos en las tonalidades verde oscuro y amarillento, e incoloro.
La malaquita se forma predominantemente en la zona de alteración superficial de los yacimientos de cobre debido a la precipitación del compuesto a partir de aguas ricas en carbonato de calcio e iones cobre, estos últimos derivados de la alteración y disolución de sulfuros y óxidos de cobre.
En otros tiempos la malaquita fue explotada en los Montes Urales y en Egipto. En la actualidad procede de Australia, Zaire, Arizona (EE.UU.), Francia y Alemania. En España aparece, aunque no abunda, en las piritas de los Montes del Picón (La Coruña), en Pardos (entre la provincia de Guadalajara y Teruel), etc.
La malaquita es empleada como piedra ornamental para la obtención de objetos diversos, como cajas, perfumeros, mangos de cubiertos, candelabros, etc.; en joyería se utiliza en forma redonda o bien oval, con talla en cabujón o en botón.
Particularmente semejantes a la malaquita son la crisocola y la variscita, y también la pseudomalaquita, un raro fosfato de cobre procedente de Alemania, de Zambia y de Rusia. En este último país se produce, en masas de hasta 500 gramos de peso cada una, la malaquita sintética, idéntica en la mayoría de las características a la malaquita natural en sus diversas formas (mamelonar, esferulítica, etc.).
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