ROSA DEL DESIERTO
A veces los minerales asumen formas extrañas y curiosas. Es el caso de la rosa del desierto, denominada así por su aspecto y procedencia. Se trata de una variedad de yeso que se parece, de forma vaga, a los pétalos de las rosas y que se encuentra sólo en zonas desérticas. Este elegante sulfato tiene génesis sedimentaria. Se deposita en ambientes áridos y cálidos, debido a la evaporación de aguas marinas o lacustres ricas en sales. Estas últimas engloban, durante la cristalización, innumerables granos de arena que le proporcionan un aspecto particular y la hacen muy apreciada como objeto ornamental.
La rosa del desierto es una singular variedad de yeso, sulfato hidratado de calcio, muy difundida en la naturaleza bajo diversas formas y distintos yacimientos. Pertenece al sistema cristalino monoclínico y se presenta en típicos agregados lenticulares, constituidos por agregados aplanados, más finos en los extremos, que en su disposición general recuerdan los pétalos de las rosas.
Durante su formación, estos cristales de yeso engloban innumerables granos de arena –bien visibles si se observa con una lupa la superficie de los “pétalos”- que hacen más resistente el mineral yesoso, muy blando por naturaleza. Además, el color de la arena, que suele ser marrón claro o amarillento debido a la presencia de óxidos de hierro, le confiere un característico y apreciado tinte rojizo.
La rosa del desierto tiene dimensiones muy variables. Existen ejemplares de pocos centímetros de diámetro y otros que pesan algunas decenas de kilos y que presentan un espectacular efecto estético.
Los ejemplares deben protegerse del polvo y nunca deben lavarse con agua caliente debido a la fácil exfoliación del yeso.
La rosa del desierto tiene génesis sedimentaria. Para que se formen estos tipos de concreciones, son necesarias al menos dos condiciones esenciales: la presencia de un yacimiento evaporítico en profundidad y un clima árido.
En el depósito evaporítico en profundidad, en efecto, el yeso es alcanzado por las aguas freáticas y meteóricas, lo que origina una solución de sulfato de calcio. Esta solución tiende poco a poco a ascender hacia la superficie, mediante el fenómeno físico de la capilaridad. Una vez alcanza cierto nivel comienza a evaporarse, lo que hace cristalizar el yeso que contiene. Se forma así un agregado cristalino lenticular (es decir, una extensa lámina yesosa) en los terrenos próximos a la superficie, constituidos por arenas. Será el viento, mediante su acción excavadora sobre las arenas, el que hará emerger a la superficie el yacimiento de rosa del desierto.
Los depósitos más conocidos don los de las zonas desérticas del Sahara, especialmente El Oled y Touggourt (Argelia) y Zuara (Libia).
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