Minerales y rocas

PERLA 2


La perla no es más que una concreción natural de carbonato de calcio y de conquiolina formada en el interior de un molusco que, para defenderse de un cuerpo extraño introducido accidentalmente en el tejido vivo, lo envuelve lentamente y en forma de estratos.
La composición media de una perla es de aproximadamente un 90 % de aragonito (forma rómbica del carbonato de calcio) y de un 4 a un 6 % de conquiolina (un hidrato de carbono afín a la quitina), mientras que el resto es agua con pequeños porcentajes de otros elementos químicos.
El aragonito de la perla, al igual que el del nácar, está formado por finísimos estratos que son la causa principal de su típico brillo, denominado “oriente”, debido a fenómenos de reflexión, refracción y difracción de la luz.
Si el cuerpo extraño alrededor del cual se deposita el estrato perláceo ha sido introducido por el hombre, se obtiene una perla cultivada; el que descubrió el cultivo de perlas fue el japonés Kokichi Mikimoto. En la actualidad las perlas cultivadas han sustituido en gran parte a las perlas naturales, mucho más raras y difíciles de encontrar. Desde el punto de vista ecológico, el desarrollo de las técnicas de cultivo de las perlas ha sido de la mayor importancia, permitiendo la salvación de numerosos bancos naturales de moluscos perlíferos.
La densidad de las perlas varía entre 2,6 y 2,7 en las naturales y entre 2,71 y 2,75 en las cultivadas; la dureza de ambas está comprendida entre 2,5 y 3,5 según la escala de Mohs. Su coloración puede ser blanca, gris, rosada, amarilla e incluso negra.

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